IDD-Lat 2013
Dimensión IV - Ejercicio de poder efectivo para gobernar

 

País
Sub-Dim. Social 2013
Argentina
2,557
Uruguay
2,349
Costa Rica
2,117
Chile
1,168
Brasil
0,678
Perú
0,109
Panamá
-0,211
Ecuador
-0,216
Bolivia
-0,372
México
-0,403
Honduras
-0,412
El Salvador
-0,470
Venezuela
-0,717
Paraguay
-1,080
Colombia
-1,126
Nicaragua
-1,180
Guatemala
-1,345
R. Dominicana
-1,448
Tabla 1.4. América Latina (18 países) Puntaje obtenido en la Dimensión IV, Sub dimensión Social del IDD-Lat 2013
Fuente: Elaboración propia con base en IDD-Lat 2013

 

  • Sub dimensión Desarrollo Social y Humano
El primer aspecto saliente del análisis de la Sub dimensión Social es que continúa en 2013 una tendencia negativa que había arrancado el año anterior, produciéndose un generalizado deterioro en los indicadores que miden la calidad del desarrollo social y humano en la región. Por ello, sólo 7 países, es decir, menos de la mitad del conjunto analizado, han mejorado su puntuación con respecto al año anterior y entre ellos destacan por el nivel de su avance, Perú, Ecuador y Panamá (Gráfico 1.10).

Entre los países que han obtenido una puntuación inferior a la de 2012 destacan por el nivel de su caída México, Honduras y Chile.

Producto de esta tendencia negativa, disminuyó, también nuevamente, el promedio absoluto con respecto al 2012, fruto de peores puntuaciones regionales en Gasto en Salud y Educación (1% y 3% respectivamente) y en Pobreza urbana (13%).

El indicador de Mortalidad Infantil continúa con su curva positiva, al lograr una mejora de un 4% respecto del año anterior en el promedio regional; algo parecido sucede con el indicador de Matriculación Secundaria, que consideramos mide el esfuerzo por dar mejores oportunidades a quienes se incorporan a la adultez.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) proyectó que la región finalizó el 2012 con 167 millones de personas en situación de pobreza, lo que equivale a 28,8% de los habitantes, con un millón de personas que lograban escapar de esa situación respecto del año anterior. El número de latinoamericanos en extrema pobreza o indigencia se mantuvo estable en 2012, sumando 66 millones, la misma cifra que en 2011.

La pobreza en América Latina continuó su tendencia a la baja, aunque a un ritmo menor al observado en los últimos años, gracias al crecimiento económico positivo e inflación moderada en la región. Al igual que en años anteriores, el aumento de los ingresos laborales en los hogares pobres fue el factor más determinante en la reducción de la pobreza. Las transferencias (tanto públicas como privadas) y el resto de los ingresos contribuyeron, pero en menor grado, a este descenso.

Las actuales tasas de pobreza e indigencia son las más bajas observadas en las últimas tres décadas, lo que es una buena noticia para la región, pero aún estamos frente a niveles inaceptables para una sociedad inclusiva y equitativa. El desafío reside en el logro de empleos de calidad en el marco de un modelo de desarrollo orientado a la igualdad y la sustentabilidad ambiental.
 
Por otra parte, la CEPAL advierte un cambio en la tendencia del gasto público social en la región. Hasta el año 2010 este seguía al alza en América Latina, tanto en montos absolutos como en proporción al gasto público total y al producto interno bruto (PIB), mostrando un carácter contracíclico durante la crisis internacional. Sin embargo, desde 2011 habría una tendencia a la contracción relativa del gasto social para robustecer las finanzas públicas, lo cual no significa necesariamente una reducción de los montos absolutos destinados a los sectores sociales, pero si un impacto relativo menor.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Índice de Desarrollo Democrático 2012 y 2013

La Argentina, que lidera nuevamente la sub dimensión Social, resultó el país de América Latina que mostró la mayor reducción de la pobreza desde el 2002 hasta el 2011, impulsado fundamentalmente por el fuerte crecimiento de la economía, aun cuando subsisten serias dudas respecto de la seriedad de algunas de las series estadísticas económicas y sociales. En ese período desde 2011, Bolivia disminuyó los niveles de pobreza en 30 puntos porcentuales en el período considerado, liderando la Región en disminución de la pobreza, seguida por Argentina, con una reducción de 28 puntos porcentuales, y Uruguay, con una merma también de 28 puntos.

O sea que el funcionamiento de la democracia ha traído a la región una mejora para los sectores más necesitados, aunque todavía falte camino por recorrer, y ese es un hecho muy destacable por cuanto la inclusión de sectores sociales excluidos y la eliminación de la pobreza son las mejores expresiones del desarrollo democrático. Sin embargo, todavía los países que no alcanzan el promedio de esta sub dimensión constituyen más del 65% del total y son once los países que han retrocedido con respecto al año anterior.

Las caídas más importantes, como ya se indicó, son las protagonizadas por México, Honduras y Chile. Los incrementos más fuertes son los alcanzados por Ecuador y Bolivia.

Argentina (2,557 puntos por encima del promedio regional), que retrocede del mejor valor de la serie alcanzado el año anterior, Uruguay (2,349), Costa Rica (2,117), junto a Chile (1,168) conforman un lote de cuatro países con alto desarrollo social. Brasil (0,678), Perú (0,129) y Panamá (0,211) completan el reducido lote de siete países que logran superar el promedio regional.

Paraguay, Colombia, Nicaragua, Guatemala y República Dominicana cierran el ranking regional con valores que se ubican en más de 1,000 puntos por debajo del promedio, como expresión del alto déficit en desarrollo social de esos países.
Pese a la tendencia de este año en esta sub dimensión, con una caída que esperamos será breve, la mayoría de los países de América Latina ha atravesado el temporal económico internacional con una resistencia renovada, y eso provocó que sus ciudadanos hayan ganado confianza en la calidad de la gestión económica de sus países.

Desigualdad, exclusión y pobreza persisten como los mayores desafíos para la democracia y conspiran contra el desarrollo económico y social de América Latina y el Caribe. Como hemos observado, hubo algunos avances desde 2000 hasta ahora, pero fueron modestos si se comparan con otras regiones en desarrollo.
 
 
Desarrollo social y humano
Fortalezas
Debilidades
·              El fuerte descenso de la pobreza en la región a partir de 2003 y el aumento del ingreso per cápita. 73 millones de latinoamericanos salieron de la pobreza en los últimos diez años.
·           La reducción de la Mortalidad Infantil continúa con su curva positiva.
·              La sub dimensión social presenta una nueva caída del promedio regional.
·         La consolidación de la inequidad en algunos países.
·          La caída regional de los indicadores de Gasto en Salud, en Educación y Pobreza.
 
 
El mercado de trabajo en la Región
Los nuevos indicadores sobre el trabajo en América Latina y el Caribe retratan una región que pese a sus problemas estructurales en calidad y cantidad de empleo, pasa por su mejor momento, aun en momentos de graves crisis en otras latitudes. La tasa de desempleo sigue cayendo, los salarios reales aumentan, hay progresos en la expansión del trabajo formal y avanza la cobertura de la seguridad social. En 2012 la tasa promedio de desempleo urbano para la región bajó de nuevo hasta 6,4%. Es un logro importantísimo para un lugar del mundo donde hace menos de una década ese indicador superaba el 10%.

En cuanto a los ingresos de las personas, hasta el tercer trimestre de 2012 los salarios reales crecieron más de 3% en varios países y los salarios mínimos más de 6% en el promedio regional.

Hay importantes indicios de que también mejora la calidad del empleo. En muchos países, el empleo asalariado, asociado a la formalidad, creció más que el trabajo por cuenta propia, generalmente vinculado a la informalidad.

Por otra parte, la cobertura de seguridad social tanto en salud como en cotización a pensiones está por encima de la línea de 60 por ciento tras mejorar varios puntos en los últimos años.

Son buenas noticias pero queda mucho por hacer:

• casi 15 millones de personas están desempleadas
• entre quienes si tienen trabajo casi la mitad está en situación de informalidad
• hay 20 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan presumiblemente desalentados por altos índices de desocupación y malas condiciones laborales
• la pobreza ha bajado pero continúa afectando a 167 millones de personas
• alrededor de 90 millones de trabajadores y trabajadoras no tienen cobertura de seguridad social.

En este escenario es oportuno recordar que el crecimiento es indispensable pero no suficiente. Es necesario que los países coloquen la generación de más y mejores empleos como un objetivo fundamental de su política macroeconómica.

Las economías que mejor desempeño han tenido han sido aquellas que han estimulado la productividad, la apertura y la inversión, pero también aplicaron medidas para proteger el salario real y estimular la demanda agregada por medio del uso racional del gasto público, con una intervención positiva del Estado.

La política de salarios mínimos ha jugado un papel relevante como instrumento de redistribución de ingresos y combate a la pobreza.

Un gran desafío consiste en que, a pesar del importante ciclo de crecimiento de la región durante los años 2000, al finalizar este período se mantienen brechas estructurales difíciles de superar. Por ejemplo, la proporción de trabajadores por cuenta propia y trabajadores auxiliares en el empleo urbano total se redujo sólo en 2.6 puntos porcentuales en 11 años. A inicios de esta década cerca de uno de cada cuatro ocupados en América Latina se desempeña en esta categoría, que se identifica como la que reúne a los trabajadores más vulnerables por su déficit de productividad, bajos ingresos y amplia desprotección social.

A pesar de los avances en materia de protección social, cerca de 4 de cada 10 ocupados no tenían cobertura de servicios de salud y una proporción similar no lo accedía a pensiones en 2011. El mayor déficit se observa entre los trabajadores por cuenta propia y trabajadores auxiliares, los trabajadores domésticos, los trabajadores de las pequeñas y microempresas de menos de 5 ocupados y los trabajadores del área rural.

Asimismo, no obstante el aumento del empleo protegido en empresas estructuradas, en 2011 el 47.7% de la población ocupada no agrícola tiene un empleo informal, tanto quienes están en el sector de empresas informales (31,1%), como en el segmento formal de empresas (11,4%) o en el servicio doméstico (5,2%).

Los buenos resultados deben recordarnos que el empleo pleno y productivo y el trabajo decente siguen siendo el mejor antídoto contra la pobreza y la desigualdad y el mejor seguro para el desarrollo democrático.
 
 
 
  • Sub dimensión Desarrollo Económico

 

País
Sub Dim. Económica 2013
Chile
1,323
Uruguay
1,199
México
1,083
Perú
0,737
Brasil
0,587
Colombia
0,320
Argentina
0,307
Panamá
0,255
Venezuela
0,238
Costa Rica
0,168
Ecuador
0,142
Paraguay
-0,217
Guatemala
-0,548
R. Dominicana
-0,774
El Salvador
-0,813
Honduras
-0,971
Nicaragua
-1,459
Bolivia
-1,580
Tabla 1.5. América Latina (18 países) Puntaje obtenido en la Dimensión IV, Sub dimensión Económica del IDD-Lat 2013
Fuente: Elaboración propia con base en IDD-Lat 2013.

 

Tras una década de bonanza económica generalizada y sostenida, el crecimiento en América Latina y el Caribe se moderó en el 2012 y llegó al 3% en el promedio regional, principalmente como consecuencia de la contracción de la demanda interna. El PIB de la región creció un 3% en 2012 (4,3% en 2011), cifra que representa el segundo peor desempeño entre todas las zonas no desarrolladas del mundo, solamente por encima de la Europa en desarrollo y de Asia central, según el informe del Banco Mundial, Perspectivas Económicas Mundiales. Estos resultados reflejan, tanto las vulnerabilidades de la región a un entorno externo incierto y a la creciente exposición de sus mercados de exportación al consumo en Asia oriental, como a políticas macroeconómicas ineficaces.

Pero esta desaceleración no es exclusiva de América Latina.

El presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim, dijo que “la recuperación económica sigue siendo frágil e incierta, de modo que enturbia las posibilidades de un rápido mejoramiento de la situación y del retorno a un crecimiento económico más sólido. Las economías en desarrollo hasta ahora han mostrado una resistencia notable. Pero no podemos esperar hasta que las naciones de ingresos altos recobren la senda del crecimiento, de modo que debemos seguir ayudando a los países en desarrollo en sus inversiones en infraestructura, salud y educación”.

Aunque los números generales no son demasiado positivos, hay países que siguen creciendo a un ritmo envidiable. Tal es el caso de Chile, que registró un activo desempeño con un crecimiento estimado en 5,8% en 2012, al igual que Panamá (10%) y Perú (6,3%). Brasil, la principal economía de la región, fue uno de los países que más contrajo su crecimiento (0,9% en 2012). Argentina también notó la desaceleración, y el crecimiento se contrajo de 8,9% el año 2011 a apenas un 2% en 2012. De todas formas, la desaceleración fue menor en América Central y el Caribe, mientras que la economía de México, la segunda más grande de la región, siguió siendo sólida e incluso se expandió en alrededor de 4% en 2012, debido a sus fuertes vínculos con la economía de Estados Unidos, en incipiente recuperación. En otros lugares de la región, el desarrollo fue relativamente positivo, si bien más débil que en 2011.

En nuestro índice 2013, sólo siete países no alcanzan el promedio de la sub dimensión económica, uno menos que en el 2012. Si comparamos las últimas mediciones se repiten algunos países que, en el conjunto de indicadores que miden desempeño económico, se ubican por encima del valor del promedio regional: Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela, y este año se sumaron Argentina y Ecuador. En tanto, República Dominicana, pierde esta característica que había adquirido en el Índice del 2012 (Gráfico 1.11).


El país que presenta el mayor deterioro en desarrollo económico es República Dominicana, acompañado por Perú, México, Costa Rica, El Salvador y Venezuela. Entre los países que han mejorado su comportamiento se destacan Ecuador, Argentina y Paraguay.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Elaboración propia en base a datos del índice de Desarrollo Democrático 2013 y 2013

 

Así como en las mediciones anteriores era una constante que el indicador que mide PIB per Cápita tuviera un comportamiento positivo, este año la variable que muestra una tendencia positiva en términos generales para la Región ha sido la que mide un menor exposición a Endeudamiento.

Los avances de Chile y Uruguay produjeron que México, que en los últimos cuatro años había liderado el ranking, se traslade al tercer lugar, siendo ocupados el primero y el segundo por los países mencionados anteriormente, y en ese orden.

El último lugar lo continúa ocupando Bolivia, a pesar de haber obtenido una mejor puntuación, que igualmente lo ubica muy por debajo del promedio regional. El Salvador, Honduras y Nicaragua siguen también en lo bajo de la tabla, sin poder superar las ubicaciones que obtuvieron en los años anteriores.

Desde el 2002 el indicador de distribución de la riqueza había mejorado en América Latina; de hecho en la medición del 2012, catorce países habían reducido su brecha de ingreso; sin embargo en esta medición esta variable ha sufrido un retroceso producto de las caídas en los porcentajes de crecimiento económico de la Región y de la ausencia de políticas activas de equidad.

La CEPAL dice que en última década la desigualdad se redujo en la distribución del ingreso, aunque este tema sigue siendo uno de los principales retos de la región. Según las últimas estadísticas disponibles en 18 países, considerando el promedio, el 10% más rico de la población latinoamericana recibe 32% del total de los ingresos, mientras que el 40% más pobre recibe solo 15% del total. El desafío es generar empleos de calidad en el marco de un modelo de desarrollo orientado a la igualdad y la sostenibilidad ambiental.

En los últimos años se registró una modesta mejora de estos índices, pero el de inequidad continúa en un nivel de un 60% superior al del promedio de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Si consideramos que América Latina contó con un boom económico a lo largo de la última década, estos resultados no son muy alentadores.

Aunque las tasas de pobreza disminuyeron claramente en la mencionada década, el 15% de la población que logró salir de esa situación suele llevar una existencia situada apenas por encima del umbral mínimo y sufre el riesgo constante de una nueva caída social en la mayoría de los países. Mientras tanto, la décima parte más rica ya concentra hasta 50% de los ingresos nacionales. La inequidad extrema no solo se manifiesta en términos de ingreso y patrimonio, sino que también se refleja en un dispar acceso a la tierra y a bienes públicos esenciales como la educación, la salud o la seguridad social. Dentro de este marco las mujeres, los niños, los ancianos y los integrantes de determinados grupos étnicos resultan particularmente desfavorecidos. Esta desigualdad constituye, en América Latina, un tema estructural, dado que el acceso a las posiciones y los bienes sociales disponibles o deseables ofrece limitaciones de carácter estructural que atraviesan las generaciones y se han consolidado, desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, en un nivel superior al promedio internacional.

En América Latina se han registrado importantes avances en materia de expansión de la cobertura y del acceso educativo durante las últimas décadas. Pese a dicho logro, la región, no ha logrado transformar al sistema educativo en un mecanismo potente de igualación de oportunidades, porque buena parte de los resultados educativos mantienen estrecha relación con el nivel socioeconómico y cultural de los hogares de origen. Los propios avances de las últimas décadas en materia de cobertura, acceso y progresión de los distintos ciclos educativos han llevado a la estratificación de aprendizajes y logros en los sistemas educativos. La mayor parte de las veces esta desigualdad se ve reflejada, además, en una marcada segmentación y estratificación de la calidad y eficiencia del propio sistema de oferta educativa.

La reproducción inter generacional de las desigualdades ya no ocurre tanto porque unos acceden y otros no a la educación formal, sino porque acceden todos (o casi todos) pero de manera diferenciada según cuánto aprenden en el sistema y cuánto logran avanzar en él. La falta de equidad de los sistemas educativos de la región se refleja, por ejemplo, en las brechas que se generan en términos de aprendizajes.

La existencia de una "educación de dos velocidades" con colegios privados caros para las clases pudientes, y colegios públicos que "contienen" (con servicios de comida y salud básicamente) expresan y a veces profundizan y cristalizan situaciones de desigualdad y exclusión.

La información más reciente sobre resultados académicos de países de la región señala que hay un alto porcentaje de la población estudiantil con rendimientos muy deficitarios en competencias básicas de la enseñanza.

 

Desarrollo económico
Fortalezas
Debilidades
·         La Región sigue creciendo, aunque con menor tasa.
·         Se mantiene con algunos retrocesos la situación de altos precios de los productos exportables de la región y de menores costos de los bienes de mayor valor agregado.
·         La sub dimensión económica presenta nuevamente un retroceso.
·         Persiste la vulnerabilidad de la región a la volatilidad externa. Los países que más se han integrado en la economía global son los más expuestos, pero quienes también tienen mayor capacidad de respuesta


 

Desendeudamiento latinoamericano
 
América Latina experimentó una marcada mejoría en algunos fundamentos macroeconómicos clave, reduciendo los niveles de deuda pública y deuda externa, acumulando activos externos, fortaleciendo los balances de cuenta corriente externa y fiscales y disminuyendo las vulnerabilidades de la estructura de deuda (denominación monetaria y vencimientos). Si bien no cabe duda que la aplicación de políticas prudentes tuvo un papel importante, estos avances reflejan en gran medida un contexto externo muy favorable, interrumpido solo transitoriamente durante la crisis financiera del 2008-09, y caracterizado por una demanda externa sólida, un auge de precios de materias primas y condiciones de financiamiento externo muy benignas.

Entre 2003 y 2008, la relación deuda pública/PIB se redujo notablemente en América Latina (en aproximadamente 30 puntos porcentuales del PIB, en promedio). Esta tendencia a la baja, sin embargo, se detuvo en 2009, debido a los efectos de la crisis financiera mundial, sin que se hayan registrado nuevas reducciones desde entonces. Sin embargo, existen diferencias visibles entre países, en especial en lo que respecta al manejo del fuerte aumento de los ingresos públicos.

En el grupo integrado por Brasil, Chile, Colombia, México, Paraguay, Perú y Uruguay, la deuda pública se redujo en 20 puntos porcentuales del PIB, principalmente como resultado de superávits fiscales primarios elevados y rápido crecimiento de la economía real. Los primeros se deben a que el crecimiento real del gasto público fue más lento que el de los ingresos, que registraron un auge, y en general más lento que el crecimiento del PIB potencial. El extraordinario aumento de los ingresos provino principalmente del sector de materias primas mientras, en estas economías, los ingresos no relacionados con las materias primas aumentaron al ritmo del PIB real, a tasas que, si bien fueron mayores que las observadas en la década anterior, se mantuvieron en línea con el crecimiento potencial de largo plazo.

En el resto de América Latina (Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela) la deuda pública también se redujo notablemente en ese período (en promedio, cerca de 45 puntos porcentuales del PIB), aunque partiendo de niveles mucho más altos.

Esta reducción refleja en gran medida el efecto directo del auge económico sobre el producto (con un crecimiento del PIB considerablemente por encima del potencial, salvo en Bolivia) y el de las tasas de interés reales negativas. Aunque los balances fiscales primarios también contribuyeron en gran medida a la reducción de los coeficientes de deuda, el grado de ahorro de los ingresos extraordinarios fue mucho más limitado. De hecho, el gasto público real creció a un ritmo más rápido que el PIB potencial, e incluso más rápido que el producto observado.

Argentina, con una reducción en la última década del 73% de su tasa de deuda pública respecto al Producto Bruto Interno (PBI), resultó el país con mayor nivel de desendeudamiento del mundo. Le siguen Ecuador, con una baja de 65% en diez años; Perú, con 55%; Panamá, con 48%; y Colombia, con 32% en una década. Esto se suma a que la deuda pública chilena representa 11% de su PIB; la ecuatoriana, 19%; y la peruana, 20 por ciento.

Argentina también integra el selecto club de los diez países que en la última década redujeron su deuda respecto del PIB, de los cuales ocho son latinoamericanos. Este grupo lo completan México, Suiza, India, Brasil, Chile, Colombia, Panamá, Perú y Ecuador.

En la actualidad, la Argentina tiene una deuda que equivale al 45% de su Producto, es decir, menos de la mitad de lo que produce la economía. La contracara son Japón, con una deuda que es 237% mayor a su PBI; Grecia, con 171%; Italia, con 126%; Portugal, 119%; Irlanda, 118%; Estados Unidos, 107%; Bélgica, 99%; España, 91%; Francia, 90%; Reino Unido, 89%; Canadá, 88%; Chipre, 87%; Alemania, 83%; e India, con 68 por ciento. Incluso Brasil tiene una relación entre su deuda y su PIB mayor a la de Argentina, con 66%; y hasta Dinamarca y Suiza, con 47 por ciento cada una.


 

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