IDD-Lat 2006
Presentación del Informe
Presentación Internacional del IDD-Lat 2006 Dando continuidad a nuestra tarea de seguimiento de la realidad latinoamericana presentamos nuestro informe sobre el Indice de Desarrollo Democrático de América Latina, IDD-Lat 2006, que intenta destacar los logros y virtudes del complicado desarrollo de la democracia en la Región, y de exponer sus vicios y falencias, para ayudar a imitar los primeros y eliminar y evitar estos últimos. Como aclaramos en cada edición, en ningún modo se trata de establecer una competencia regional con ganadores y perdedores, sino una visualización de los problemas propios de cada sociedad y cada democracia para detectar las dificultades y superarlas, conociendo además, qué camino siguen aquellos países vecinos que lo logran. Presentamos aquí un conjunto de cuadros que reúnen, tanto los aspectos principales del IDD-Lat 2006, como el de sus dimensiones integrantes. A efectos de facilitar su comprensión iniciamos el resumen con una “Hoja de Ruta” que a modo de glosario, facilita la comprensión de cuadros y tablas. Por otra parte, toda la información de esta edición y de las anteriores se encuentra disponible en nuestro sitio web www.idd-lat.org. Cada año, con la publicación del IDD-Lat nos planteamos tratar en profundidad algún tema de los que, a nuestro criterio, dominan la agenda democrática regional. En esta edición 2006 del Índice de Desarrollo Democrático de América Latina, nos proponemos generar debate y reflexión sobre el avance del populismo en la región, sobre los riesgos que esa práctica acarrea para las sociedades de nuestros países, su nuevo formato –que denominamos tecnopopulismo por su nueva base tecnológica- y su oposición al  concepto de desarrollo democrático que sostenemos e impulsamos. La reaparición variada y múltiple de los procesos populistas en nuestra región en los últimos años no es un proceso aislado de lo que sucede en el resto del mundo. Sin embargo, la violencia desorganizada y extendida, el desgaste institucional, la apatía  y atomización ciudadanas, y la tendencia de nuestras sociedades a profundizar la desigualdad antes que a revertirlas, son condimentos particulares de la realidad regional. La mundialización; la depreciación de las ideologías; los procesos de reforma económica; el imaginario social de insatisfacción en un marco de atomización social; el desencanto con el poder político; la crónica debilidad institucional y el impacto de las nuevas tecnologías, junto a una escasa vocación democrática de la dirigencia, constituyen un escenario que ha propiciado el regreso del populismo a la región, ahora bajo formas más tecnológicas y sofisticadas, pero con una intensidad que divide sociedades y arrasa con instituciones y calidad ciudadana. Afortunadamente, algunos procesos políticos en la región -llamativamente los correspondientes a países que lideran el desarrollo democrático latinoamericano- siguen un camino que no transita la turbulencia populista sin destino, ni la anomia democrática y lábil de repúblicas fallidas, es el que se sostiene en base a un aprendizaje acumulativo y acumulable de dirigentes y dirigidos en la búsqueda permanente del perfeccionamiento institucional y la  eficiencia política. Este camino es el que pretendemos sostener y promover.                       Christoph Korneli                                                            Jorge Arias

Fundación Konrad Adenauer                                                   Polilat.com  

Prólogo
 

Cuando la política promete ser redención, promete demasiado. Cuando pretende hacer la obra de Dios, pasa a ser, no divina, sino demoníaca. 

SS Benedicto XVI  Cada año, en la edición del IDD-Lat nos planteamos tratar en profundidad algún tema de los que, a nuestro criterio, dominan la agenda democrática regional. Sin embargo, somos conscientes de que nuestro informe está orientado, inevitablemente, a los sectores de elite del pensamiento, de la política  y de la comunicación social latinoamericana, ya que resulta imposible acceder -con un trabajo de esta naturaleza- al gran público, a ese conjunto social heterogéneo que, por acción o inacción, termina modelando la realidad democrática de cada uno de los países. Partiendo de esta limitación, sin embargo, nos proponemos en esta edición 2006 del Índice de Desarrollo Democrático de América Latina, generar debate y reflexión sobre el avance del populismo en la región, sobre los riesgos que esa práctica acarrea para las sociedades de nuestros países, su nuevo formato –que denominamos tecnopopulismo por su nueva base tecnológica- y su oposición al  concepto de desarrollo democrático que sostenemos e impulsamos –no solo nosotros, por cierto- como el mejor camino, aunque no sea corto ni fácil, para el crecimiento político, social y económico de los latinoamericanos. Nuestra región cuenta con líderes políticos muy tentados a desoír las sabias palabras de SS Benedicto XVI que dan inicio a este documento, y se presentan como los salvadores de las sufridas comunidades latinoamericanas que –cerrando un lamentable círculo vicioso- esperan ansiosas el mesías redentor que habrá de traer justicia a sus padecimientos económicos y sociales. Todo ello facilitado hoy con excepcionales excedentes económicos generados por el fenomenal crecimiento de los precios de los commodities latinoamericanos en los mercados internacionales, que están destinados, por un lado, a engrosar las arcas de los estados nacionales que, en muchos casos, están dispuestos a utilizar esos dineros para soportar y extender sus redes políticas clientelares; y por el otro –lamentablemente- a profundizar la histórica y brutal brecha de ingresos entre los que más tienen y los excluidos del sistema económico y social. En la búsqueda de quienes, desde la academia, cuentan con argumentos para definir esta situación nos encontramos con la obra de Giovanni Sartori, que parece haber previsto el escenario latinoamericano de ciudadanía de baja intensidad y líderes dispuestos a “lo que sea necesario” para obtener o conservar el poder. Y fieles al pensamiento de este intelectual italiano, sostenemos como él: “tal vez exagero un poco, pero es porque la mía quiere ser una profecía que se autodestruye, lo suficientemente pesimista como para asustar e inducir a la cautela”. La reaparición variada y múltiple de los procesos populistas en nuestra región en los últimos años no es un proceso aislado de lo que sucede en el resto del mundo. Sin embargo, la violencia desorganizada y extendida, el desgaste institucional, la apatía  y atomización ciudadanas, y la tendencia de nuestras sociedades a profundizar la desigualdad antes que a revertirlas, son condimentos particulares de la realidad regional. La mundialización; la depreciación de las ideologías; los procesos de reforma económica; el imaginario social de insatisfacción en un marco de atomización social; el desencanto con el poder político; la crónica debilidad institucional y el impacto de las nuevas tecnologías, junto a una escasa vocación democrática de la dirigencia, constituyen un escenario que ha propiciado el regreso del populismo a la región, ahora bajo formas más tecnológicas y sofisticadas, pero con una intensidad que divide sociedades y arrasa con instituciones y calidad ciudadana. Afortunadamente, algunos procesos políticos en la región -llamativamente los correspondientes a países que lideran el desarrollo democrático latinoamericano- siguen un camino que no transita la turbulencia populista sin destino, ni la anomia democrática y lábil de repúblicas fallidas, es el que se sostiene en base a un aprendizaje acumulativo y acumulable de dirigentes y dirigidos en la búsqueda permanente del perfeccionamiento institucional y la  eficiencia política. Este camino es el que pretendemos sostener y promover. Nuestro IDD-Lat 2006 refleja esta compleja situación de la democracia latinoamericana. En un panorama general de leve incremento del promedio regional, que sube un 4,57% fundado principalmente en el mejor comportamiento de la economía regional, solo tres países: Chile, Uruguay y Costa Rica –pese a los avatares políticos del país centroamericano- sobresalen como lo han hecho ya en años anteriores, y se perfilan como los poseedores de la estructura democrática más sólida y del mejor camino hacia el desarrollo democrático, alejados hasta ahora del facilismo populista y avanzando paso a paso en la construcción de sociedades de mayor grado de desarrollo (lo que, por supuesto,  no significa que no deban enfrentar problemas). Nicaragua, Venezuela, Bolivia y Ecuador no han encontrado hasta ahora ese camino, sino más bien uno que los aleja de cualquier objetivo cercano al desarrollo democrático. Los restantes países muestran un paisaje variopinto con avances destacables, retrocesos notables y estructuras políticas y sociales que se resisten a iniciar un camino de seriedad y esfuerzos acumulados. El IDD-Lat constituye un ejercicio técnico de evaluación y comparación de los esfuerzos democráticos de nuestras sociedades. Los indicadores que integran nuestro trabajo forman parte inevitable de la lectura del avance o retroceso que anualmente realizan los países latinoamericanos. Pero mucho más importante que su poder descriptivo del pasado reciente es el valor instrumental para una verdadera planificación y consenso de políticas de mediano y largo plazo, en cada una de las dimensiones del Desarrollo Democrático (Derechos Políticos y Libertades Civiles, Calidad Institucional y Eficiencia Política y Capacidad Económica y Social de Gobierno). Finalmente, no quisiéramos olvidarnos de remarcar que también desde el IDD-Lat esperamos por Cuba, país al que no podemos incluir en nuestra evaluación porque definitivamente no cumple los requisitos mínimos de la democracia.   

  Christoph Korneli                                         Jorge Arias  


 
 La Construcción de Sociedades Democráticas
Una de las mayores virtudes del IDD Lat es colocar en el centro del debate el problema de las instituciones políticas en la construcción de las sociedades democráticas.
Las instituciones políticas son ese conjunto de rutinas organizacionales, normas, costumbres, símbolos, reglas de juego formales e informales que enmarcan el contenido y dinámica de la política pública. Su papel primordial consiste en reducir la incertidumbre, disminuir los costos de transacción y encuadrar la relación que, en el ámbito de lo público, establecen entre sí los actores participantes del proceso de las diferentes políticas. En última instancia, permiten traducir en forma recurrente las decisiones en acciones. El informe refleja, año tras año, que nuestras democracias latinoamericanas están asegurando la vigencia de los procedimientos electorales, esto es, el disfrute de la ciudadanía política, hecho por demás extraordinario puesto en perspectiva histórica. Sin embargo, también ha expresado una inferior capacidad para garantizar los derechos civiles y, sobre todo, los derechos sociales. Si bien los atropellos que los regímenes militares desplegaron sobre la vida, la seguridad y los bienes materiales de las personas son acontecimientos del pasado, el incremento de la sensación de inseguridad civil y de impunidad frente a la corrupción, continúa siendo un elemento que amenaza la libertad de los individuos. Por otro lado, la privación simbólica y material de amplios contingentes, que se manifiesta en fenómenos a gran escala como el desempleo, la pobreza y la falta de cobertura de los servicios básicos, indica el goce limitado de los derechos sociales. Respuestas habituales para atender esas faltas suelen ser el manejo discrecional de los recursos institucionales por parte de las autoridades políticas. De tal modo, la subsistencia de formas autoritarias y patrimonialistas en el ejercicio del poder político se muestran contradictorias con un desarrollo democrático fundado en el estado de derecho. El continente se encuentra en un momento de notable cambio político. Gobiernos electos por amplias mayorías desconocen buena parte de las certezas que llevaron  a muchas de nuestras naciones a emprender agresivas reformas económicas que, en general, profundizaron las condiciones de desigualdad entre los grupos sociales y entre las regiones geográficas. Si algo tiene de característico el actual debate sobre qué caracteriza a ciertas experiencias como “populistas” o “neopopulistas” es esa construcción de sentido que sostiene que la lucha contra la desigualdad, la pobreza y la exclusión es suficiente justificación para poner a la actividad política en manos de unos pocos y suponer que las reglas institucionales son obstáculos de los poderosos para evitar la anhelada felicidad de los pueblos. En consecuencia, el deterioro de la calidad de las instituciones afecta la posibilidad de asegurar políticas de estado estables y consistentes frente a los enormes desafíos que tienen por delante nuestros países. Desde la Red Interamericana para la Democracia celebramos la nueva edición del IDD Lat, cuya sensibilidad para detectar esos cambios de tendencia en el desarrollo político de la región representa un aporte único, original y, a esta altura, imprescindible para la reflexión sobre el presente y el futuro de la democracia latinoamericana.

 

Gustavo Gamallo     

Red Interamericana para la Democracia

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